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Misterios del Quijote

MISTERIOS DEL QUIJOTE

Rafael Álvarez, "El Brujo"

Entradas a: 18 y 14€

EL ESPECTÁCULO

A veces Don Quijote, a veces Sancho, a veces Rafael Álvarez...pero siempre metafórico, reflexivo, genial. El Brujo visita por primera vez el teatro del Museo Universidad de Navarra y se desdobla en numerosos personajes desde los que reflexionar sobre la dicotomía cervantina: Quijote y Sancho, la locura y la razón. Dos máscaras en el juego hábil de un misterioso y oculto bululú. A menudo es imposible discernir quién es más sabio.

Un montaje sobre la seducción de la palabra lleno de humor que busca la complicidad con el público. Una atractiva historia que cuestiona que Miguel de Cervantes escribiera con su imaginación y vivencias una trama aventurera con alma de sensibilidad popular.

TEXTO DE RAFAEL ÁLVAREZ "EL BRUJO"


El día 23 de abril de 1616, en la calle de León, en Madrid, acogido a la beneficencia de un clérigo, rodeado de gente pobre y de mujeres de mala reputación que cuidaron de él hasta el último momento, olvidado de la corte y de todos, un genio esclarecido, moría cristianamente.

 

Vestido con el hábito de la venerable orden tercera de San Francisco, en su última agonía, sobre el umbral de la puerta, rodeado por un haz de luz, vio la figura de un caballero que le miraba intrépido. Se diría de sus ojos que brillaban encendidos con el fulgor de la locura, pero en realidad lo que expresaban aquellos ojos era el brillo de la inmortalidad.

 

El moribundo grito en voz alta: “¿y este qué?” y él mismo, de manera calmada, a sí mismo, dulcemente se respondía: “¿y a ti qué? si yo quiero que él se quede y tú vengas, ¿a ti qué? Tú sígueme”.

 

Sus hermanos de profesión y otros que en aquel trance le cuidaban pensaron que deliraba, pero aquella sólo era su particular manera de rezar. Caballero andante de la palabra, recitaba el final del Evangelio de San Juan.

 

Kahaba de peregrinos, templo de ídolos o claustro de monjes cristianos, pliegos del Corán o tablas de la Ley, su corazón era ya pradera de gacelas. Cabalgaba sin llevar otro trote que aquel que su caballo quería, sin otra cabalgadura que la del amor: su única fe, su credo: LA PALABRA, su única ley.

 

Dicen que murió con el hábito de la fraternidad de los indignos esclavos del sagrado sacramento... de LA PALABRA, y verdad es que la sirvió, como el caballero a su dama. Dicen que se llamaba Miguel de Cervantes Saavedra, pero ¿qué importa esto a nuestro cuento, señor? Sea cual fuere su nombre, a él le dedicamos esta función: GRACIAS.

 

Mi padre siempre me decía:

- Si el público te escucha, da las gracias porque serás más humano

- ¿Y el público será también más humano?

- Eso es ya cuestión del público, Rafael.

 

Siempre que nos leía esta historia, cerraba el libro, se acordaba de aquellas tabernas de Lucena y decía ¡uy! lo que yo daría por volver a vivir de nuevo... Los misterios del Quijote.

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Fecha

13 de junio de 2016

Hora

19:00